Cada vez resulta más frecuente encontrarnos con padres que se sientan en la consulta, ante los tutores del colegio o ante otros padres, afirmando que están perdidos en la educación de sus hijos, que no saben qué hacer. Quizá es una generación de padres/ madres (entre los que me incluyo) que estamos acostumbrados a buscar casi siempre cómo hacer una cosa en Internet. Desde luego hay tutoriales de casi todo, pero hay algo para lo que aún no se ha generado un tutorial, y es para generar confianza en la educación de los hijos… La confianza es un concepto muy difícil de definir, aunque en lo que todos estamos de acuerdo es que es necesario que exista para que se den relaciones humanas y mucho más para que un hijo pueda aprender y estar seguro en su familia. A continuación, presento 5 puntos que nos ayudaran a generar confianza en nuestro rol como padres y poder así transmitir esta seguridad a nuestros hijos:
- Un hijo no viene al mundo con manual de instrucciones, por lo tanto, pedir ayuda o consejo no te hace ser peor padre o madre. Plantearte que estás ante el mayor reto de tu vida quizá te ayuda a tener paciencia contigo mismo y con tus hijos.
- Echa fuera los complejos y las culpas insanas. El hecho de estar todo el rato sintiendo que lo haces mal, que no sabes hacerlo, al final se acaba convirtiendo en un arma de doble filo porque no transmites a tu hijo la confianza que necesita. Si sientes algo de esto quizá habría que ver qué está pasando por dentro y de dónde viene esa inseguridad.
- No somos perfectos y es bueno que nuestros hijos se den cuenta en algún momento de que papá y mamá también se equivocan. Eso es un ejemplo para ellos, esto les liberará de hiperexigencias en un mundo que pretende que todos seamos hiperproductivos e hiperútiles. Somos ejemplo fundamental para nuestros hijos.
- A la hora de educar te puede ayudar el pensar “¿Cómo quiero que sea mi hijo cuando yo no esté?” Este pensamiento nos sitúa en el futuro, nos ayuda a dar sentido a la experiencia diaria. Educar no es sólo para hoy, sino que es una huella que queda poco a poco en el corazón de los hijos y que les debe servir para poder “volar” algún día del hogar siendo adultos.
- Intentar gestionar el balance entre exigencia y amor. Cuando alguien nos exige es porque esa persona confía en que podemos dar más de nosotros mismos, ser mejores, pero a la vez necesitamos también que se nos quiera como somos. Este balance puede resultar difícil porque muchas veces las expectativas de los padres no se cumplen en los hijos. El amor hacia los hijos es incondicional, que al menos una cosa tenga clara cuando pasen los años, en casa siempre se te quiere por quién eres y éste siempre será tu hogar.