Hoy en día, escuchamos frecuentemente el término Mindfulness o también llamado Atención Plena.
Es un tipo de contemplación antigua que deriva de las meditaciones que llevaban a cabo los monjes budistas hace 2500 años y que, actualmente, se ha adaptado y modificado para su uso en el ámbito de la psicología.
Ya a finales de los años setenta, el doctor Jon Kabat-Zinn y sus colaboradores empezaron a utilizar el mindfulness con fines terapéuticos, concretamente, para reducir el estrés en personas con enfermedades crónicas, descubriendo la cantidad de beneficios que producía.
El Mindfulness es una técnica meditativa cuyo objetivo principal consiste en la atención consciente, es decir, la capacidad para focalizarse en el momento presente y aceptar lo que ocurre en el aquí y el ahora, no en el futuro, ni en el pasado, relacionado sobre todo con los estados ansiosos (futuro) y depresivos (pasado).
Conseguir ese profundo estado de consciencia conlleva, a su vez, un entrenamiento asiduo para poder ser capaz de manejar los pensamientos, sentimientos y emociones que afloran en esos momentos y que ello no repercuta en la pérdida de la conexión con el presente.
De entre los beneficios que produce la práctica de la Atención Plena, tendríamos, entre otros, los siguientes:
Físicos:
- Reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, produciendo una disminución del mismo.
- La presión arterial disminuye, con menor probabilidad, por tanto, de eventos cardiovasculares.
- Se produce un aumento del tamaño de nuestro cerebro, concretamente en el área prefrontal, encargado del conjunto de las funciones ejecutivas (planificación, toma de decisiones, inhibición de la conducta, fijación de objetivos, mantenimiento de la acción, etc.) que es una de las áreas cerebrales con mayor afectación en patologías como el estrés, la ansiedad, la depresión o las adicciones, dicho lo cual, resulta muy beneficioso practicar mindfulness en cualquiera de dichas patologías.
Psicológicos:
- Aumenta la capacidad de atención, concentración y flexibilidad cognitiva.
- Se acrecienta la capacidad para ser creativos.
- Mejora las relaciones sociales.
- Potencia la memoria de trabajo.
- Mejora la calidad del sueño.
Y, por último, queremos hacer una mención especial a los beneficios que se producen en el ámbito sexual.
Con todo lo expuesto hasta ahora, resulta fácil llegar a la conclusión de que, si no podemos o no sabemos centrarnos en el momento presente, el aquí y el ahora, nos resultarán difíciles o no satisfactorios los encuentros sexuales.
De todos es conocido cómo los pensamientos negativos, los miedos y las preocupaciones afectan al área sexual.
Concretamente, la ansiedad de ejecución (necesidad de “dar la talla”) repercute negativamente en la llamada curva de la respuesta sexual (deseo, excitación, meseta, orgasmo, y resolución), bloqueándola, dando como resultado un tipo de relación sexual incompleta y, sobre todo, insatisfactoria.
Por otra parte, la necesidad de control del conjunto de pensamientos y sensaciones que se producen en esos momentos, interfieren en la conducta de abandono (entregarse sexualmente a la relación) alterando el curso normal de la respuesta sexual humana.
Toda esta problemática es la que subyace en la base de las disfunciones sexuales, como, por ejemplo, la disfunción eréctil, eyaculación precoz, trastorno de la excitación o del deseo hipoactivo.
El mindfulness, por tanto, ayudaría a aceptar y focalizarse en los pensamientos, sensaciones corporales y emociones que se producen en el momento del encuentro sexual y no en otros eventos cognitivos o emocionales.
Un estudio americano llevado a cabo a 194 personas, casadas y heterosexuales de 35 a 60 años de edad arrojó unos resultados muy interesantes, publicados en la revista Journal of Sex & Marital Therapy , acerca de los beneficios del mindfulness en la vida sexual. Se descubrió que quienes practicaban mindfulness referían estar más satisfechos sexualmente y tener una mejor autoestima que los que no estaban familiarizados con esta práctica.
Según Chelom E. Leavitt, coautora del estudio y profesora adjunta de la universidad Brigham Young, en EEUU, “hacer las cosas de manera más lenta, estar menos enfocado en metas o resultados y ser más intencional, realmente ayudaría a las personas a sentirse mejor, más cerca de su pareja y a tener una experiencia sexual más satisfactoria”.
Por tanto, y como hemos dicho anteriormente, esta focalización requiere un entrenamiento, una práctica frecuente, por lo que vamos a recomendar una serie de ejercicios que pueden ayudar a que las relaciones sexuales sean más gratificantes.
Ejercicios
- Evocación de fantasía sexual: previamente al encuentro sexual y con el objetivo de aumentar el deseo y focalizarse en él, traer a la mente imágenes sexuales con la pareja realizadas o con deseo de ello y centrarse en las sensaciones y emociones que provocan.
- Respiración profunda: en el momento del comienzo de la relación sexual, inspirar por la nariz, retener un poco el aire y expulsarlo por la nariz o por la boca, lentamente, atendiendo a las sensaciones de calma y tranquilidad que producen.
- Atención plena a los cinco sentidos: también en el momento del encuentro, centrarse en las sensaciones y emociones que se producen a través del uso de los sentidos de la vista, oído, olfato, gusto y tacto en el encuentro sexual.
2 Comentarios
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Me ha encantado el artículo y la explicación Merche, del mindfulness , aplicada en ese área concreta, entiendo que también sería adecuado ante un ataque de ansiedad.
Cómo se puede aprender?
Un saludo,
Susana Andrino-
Autor
Muchas gracias, Susana! Nos alegramos de que te haya gustado! Sí, el mindfulness está muy indicado para la intervención en problemas de ansiedad y, concretamente, para poder manejar un ataque de pánico. Respecto a cómo aprender, nosotros podemos ayudarte. Un saludo!
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