El enfado: gestión emocional (SEGUNDA PARTE)

El enfado: gestión emocional (SEGUNDA PARTE)
14 de enero de 2023 Marta Lozano

En la primera parte del post, hemos explicado qué es la emoción del enfado, y por qué es necesario. Os dejamos ahora, los tres pasos clave para poder gestionar de la mejor manera ese enfado cuándo lo sintamos.

IDENTIFICAR
El primer paso es identificar qué me está pasando.Para ello es muy útil fijarse en las reacciones corporales. ¿Qué pasa en mi cuerpo? ¿Qué siento? ¿Dónde lo siento? Para poder identificar qué estoy sintiendo necesito parar un momento. Concentrarme. Escucharme. Dejarme sentir. Así podré darme cuenta de qué emoción estoy sintiendo. Es muy útil tratar de ponerle nombre a la emoción. Aunque sea parecido, y a veces se pueda sentir a la vez, es diferente sentir enfado que rabia, frustración, incomprensión, dolor,
tristeza, rechazo, etc.

COMPRENDER Y ACEPTAR
El segundo paso es tratar de comprender: ¿de dónde viene este enfado?, ¿para qué aparece?, ¿de qué me está avisando?
Para poder comprender este enfado, es importante conocer qué es el enfado y cómo funciona. Por lo tanto, debo indagar acerca de qué posible amenaza (real o no, física o emocional), puede estar sucediendo. ¿Siento algún peligro, alguna injusticia?
Es necesario no juzgar de dónde viene. A lo mejor me da vergüenza reconocer que me enfada que no recuerden mis anécdotas, o me cuesta reconocer que me enfada sacar un 9 en vez de un 10. Por lo tanto la comprensión va de la mano de la aceptación.
Aceptar que estoy enfadado es “darme permiso para estarlo”. Para ello, necesito entender que mi enfado tiene un origen, una causa, aunque no siempre sea fácil de identificar o comprender.
Aceptar la emoción es un paso clave en la gestión emocional. Para dejar de estar enfadado, primero debo permitirme estar enfadado. Eso no significa que justifique cualquier reacción ante ese enfado. Sino que me puedo sentir enfadado.

REACCIONAR
Tras identificar, comprender y aceptar la emoción, puedo pasar a la acción. Una vez que he entendido que estoy enfadado, que he podido vislumbrar de dónde viene mi enfado y de qué me informa, una vez que me he permitido sentirme enfadado… es cuando debo reaccionar. A veces este proceso será muy rápido y casi automático, otras veces hay que dedicarle tiempo.

La reacción se debe ajustar a la realidad. Yo puedo sentirme amenazado por algo que creo que puede llegar a ocurrir, o por una reacción que yo he interpretado de una manera concreta. Para reaccionar adecuadamente, debo identificar cuál va a ser la acción que me permita conseguir mi objetivo de la mejor manera. Por ejemplo, si me he sentido ofendido por un comentario, en vez de gritar, responder mal e irme (acción con la que no consigo solucionar el problema), puedo tratar de explicar cómo me ha hecho sentir ese comentario, y preguntar a la otra persona por qué lo ha hecho.

Gestionar el enfado siempre es un reto. Es más difícil que dejarse llevar por la reacción primaria o instintiva, pero es mucho más beneficioso para la estabilidad psicológica y el bienestar. En el proceso, es normal sentirse vulnerable o inseguro, es un proceso que se aprende poco a poco, y que cada vez resulta más fácil.

Marta Lozano

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