¿Seré el culpable de los problemas de mi hijo?
Es una pregunta que ronda numerosas veces por la cabeza de los padres cuando ven que sus hijos atraviesan un problema. En ese momento es cuando florecen sentimientos de fracaso como padres y la búsqueda incesante de las cosas en las que he “fallado” como padre.
Recuerdo a Álvaro, padre de Alex de 13 años, el cual presentaba bajo estado de ánimo y dificultades en las relaciones sociales. Álvaro se presentaba en la consulta como un padre fracasado, decía frases del tipo “lo he hecho mal” “me equivoqué en muchas cosas” “no le presté el tiempo suficiente” “si lo hubiera hecho de otra manera sería diferente”. También recuerdo a Rosario madre de Lucía de 8 años, que se culpaba al hablar de la infancia de su hija porque sentía que los problemas que tenía eran iguales a los que había pasado ella.
Probablemente si estos padres, pudieran volver atrás en el tiempo, o les diéramos una varita mágica, cambiarían muchas cosas. La trampa está en que eso son capaces de verlo ahora y no en aquel momento. En aquel momento hicieron lo que buenamente podían y lo que creían que era mejor para sus hijos. Probablemente ahora tengan mayor conciencia de sus heridas y de cómo han influido en su relación paternofilial.
La culpa como padres paraliza y lleva a juzgarse a uno mismo y exigirse continuamente haber hecho las cosas diferentes. Es fundamental ACEPTAR, muchas veces con dolor, que como padre hice lo que pude en ese momento, y desde esa aceptación y COMPRENSIÓN de mí y de mi pasado, pasar a la RESPONSABILIDAD.
La culpa paraliza, pero la responsabilidad moviliza. Dado que antes no pude hacer otra cosa con mi hijo, ahora en esta situación que tenemos, ¿qué sí puedo hacer? Esta es la segunda parte de la reflexión. Como padre yo también formo parte de la solución del problema. Puedo entender mis propias heridas del pasado y, entonces, comprenderé el presente más fácilmente, ofreciendo un sentido a mis conductas para tratar de dejar que esas heridas condicionen la relación con mi hijo.
Por lo tanto, tenemos tres opciones que hacer con la culpa:
- Autocastigarme, exigirme y juzgarme como padre. Lo cual solo va a aumentar mi malestar y disminuir mi propia autoestima como padre.
- Comprender mi historia, aceptar mis errores e intentar repararlos desde el presente en la medida que se pueda. Quizá la reparación pasa por un cambio en la relación con mi hijo, un perdón, una conversación, disfrutar de tiempo juntos…
- Buscar ayuda externa si no sé cómo abordar el problema.
Por último, no hay que olvidar que las dificultades psicológicas no son unidireccionales y no se explican por una única causa. En psicología A no explica B. Las relaciones son circulares, el comportamiento de un individuo influye en el otro, así como las acciones del otro influyen en el individuo. De manera que el problema de mi hijo no se explica exclusivamente por mi comportamiento como padre. Esta afirmación sería extremadamente reduccionista y limitante, además de que los problemas psicológicos son multifactoriales.
No dejes que la culpa te machaque. Acepta, comprende y ¡actúa!