María

María
28 de noviembre de 2021 DanielAdmin
Hola, mi nombre es María y mi historia se puede titular una adolescencia robada. Me explico:

Soy la mayor de varios hermanos y crecí con la responsabilidad y la culpa, cada una de una mano.
Mientras que sacaba buenas notas, tenia amigas, trabajaba a la vez que estudiaba, no daba problemas, vaya la niña 10! Solo había un muro de separación con mi familia que se iba forjando poco a poco…
Cuando terminé la carrera, como era de esperar en mí, al día siguiente de hacer el último examen tenía ya un trabajo profesional…Y ahí empezaron los problemas: La autoexigencia crecía dentro de mí, la responsabilidad se había convertido en una hiperresponsabilidad y una enfermedad mental llamada ansiedad llamó a mi puerta.
Sin embargo, mi orgullo y deseo de ser perfecta me impedían ver que me estaba rompiendo.
Profesionalmente crecía y crecía….llegando a puestos de alta responsabilidad bastante joven, me independicé…pero no estaba satisfecha….
Fue entonces cuando accedí a que María me echase  una mano… al principio acudía a las terapias bastante reacia ya que para mí suponían un símbolo de debilidad el tener que ser ayudada. Pero la ansiedad se convirtió en depresión y ya sí que me di cuenta que tenía un problema, al que se le unió el TCA (trastorno de conducta alimentaria) … Y entonces…dejé de ver las terapias como un castigo a verlas como una ventana donde recibía un  poco de luz sobre mi vida para aclarar las cosas.
Ahí vi el rumbo que tomaba mi vida, los pilares en los que se sustentaba no eran los correctos… había construido un castillo de naipes…, y para tener una vida plena hace falta un castillo de verdad… y para eso recibí su ayuda.
Poco a poco y sin agobios iba viendo las áreas en las que fallaba y tomando decisiones sobre cambios de estilo de vida, cambios de profesión, cambios de rolle en mi familia,… y cada vez la hiperresponsabilidad y el perfeccionismo fueron llegando a niveles mas normales.
Aún a día de hoy acudo a terapia porque me queda mucho por andar pero sé que sin esa ayuda de María estaría perdida.

Gracias Psicoalegra por darme una oportunidad de tener una madurez provechosa.